DISPOSITIVOS BMI COMO BIENES PÚBLICOS

 

“Además exigió que a todos —pequeños y grandes; ricos y pobres; libres y esclavos— se les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente. Y nadie podía comprar ni vender nada sin tener esa marca”.

Apocalipsis‬ 13:16-17a‬ (NTV)‬‬‬‬‬‬‬‬

I.- Introducción

El conocimiento es poder. Así dicta esta frase popular respecto al tremendo potencial que tiene el manejar todo tipo de información; ya sea que se trate de un académico, un pequeño empresario local, el CEO de una firma internacional o el político de turno, tanto de un país emergente como de una gran potencia mundial, todos ellos necesitan información oportuna y relevante para satisfacer sus fines particulares. En esa línea, y dada la importancia que supone el manejo de la información, una emisora radial chilena mantuvo por años en su intro el eslogan “El hombre que no es informado, no puede tener opinión” y el ending decía algo así como “El hombre que no tiene opinión, no puede tomar decisiones” (Radio Bio-Bio). Tras oír dicho eslogan, el radioescucha racional —siguiendo inconscientemente los silogismos de la lógica Aristotélica— llegaba a la conclusión que sin información no es posible tomar decisiones. Ciertamente, los economistas a lo largo de la historia han dirigido sus esfuerzos en comprender la importancia de las decisiones y las elecciones que hacen los individuos —dada la información que poseen— en pos de la maximización de la utilidad, dado que los recursos son escasos y las necesidades, ilimitadas.

Friedrich Hayek, economista austríaco, en su ensayo El uso del conocimiento en la sociedad (1945), plantea que la información se encuentra dispersa en la sociedad‬‬ y que los datos que surgen de la interacción de individuos en la sociedad no están nunca “dados”, es decir, no son conocidos por “una sola mente”. Esto, porque Hayek, a pesar de que consideraba valioso el descubrimiento de los cálculos marginales, comprendía que los datos que servían de materia prima para el cálculo posterior no estaban disponibles con facilidad para poder llevar a cabo dichas operaciones matemáticas de manera tal que éstos fueran un reflejo fiel de la realidad en un momento y lugar del tiempo. A diferencia del pensamiento imperante de la economía neoclásica, Hayek consideró que el problema económico fundamental no era meramente el de la asignación eficiente de recursos que derivaba en mercados en equilibrio, sino el de encontrar el mejor uso de los recursos que son conocidos para satisfacer necesidades de importancia relativa que sólo los agentes conocen. “Expresado brevemente, es un problema de la utilización del conocimiento que no es dado a nadie en su totalidad” (Hayek, s.f.). Para Hayek, la verdadera fuente de transmisión de la información dispersa y descentralizada se concentraba en los precios de mercado. Los precios de mercado, entonces, son un fiel reflejo de todas las variables que entran en juego en los mercados en tiempo real, a decir: la escasez relativa, el costo de los factores de producción y los costos de transacción, los cambios en los gustos y preferencias de los consumidores, la normativa vigente en los mercados laborales, los regímenes tributarios en cada uno de los Estados, los precios de los bienes relacionados, entre otros. Sin embargo, novedosas investigaciones en el campo de la neurociencia y el desarrollo de nanotecnologías dan luces de que el conocimiento descentralizado pudiese concentrarse y ser conocido en tiempo real por “una sola mente” sin necesidad de contar con un mecanismo de precios. Nos encontramos en el siglo XXI y la tecnología ha avanzado a pasos agigantados y a escala de crecimiento exponencial. Hace ya algunos años se vienen desarrollando proyectos tecnológicos altamente complejos que mezclan disciplinas como la medicina, la neurociencia, la inteligencia artificial y las ciencias informáticas. 

 

II.- Tecnologías Disruptivas: las BMIs

Elon Musk, es un empresario sudafricano que se encuentra desarrollando tecnologías disruptivas en el campo de la informática y la neurociencia. Su misión es dotar de Inteligencia Artificial (IA) a cada ser humano en el planeta. Musk, no sólo es el principal accionista de las empresas Tesla y SpaceX, sino que también ha incursionado en otros proyectos como el de OpenAI y Neuralink. Estos últimos se encuentran desarrollando tecnologías en el campo de la medicina y en el conocimiento del cerebro humano y su potencial. En el caso de OpenAI —organización sin fines de lucro— varios científicos están trabajando en desarrollar un código abierto que les permita a las máquinas aprender nuevos conocimientos. La gran preocupación de Musk es con respecto a la amenaza que supone la IA para la humanidad. La máquina que aprende del ser humano y que termina por dominarlo ha sido tema de numerosas novelas de ciencia ficción. Musk no desestima esa amenaza, por lo que ha resuelto participar de esta industria de la forma más alejada posible del incentivo de las ganancias para asegurarse que el producto final esté lo mas alineado posible con las virtudes humanas y que no termine siendo el detonante que acabe con la humanidad tal y como la conocemos. Junto con la investigación llevada a cabo por OpenAI, Musk también está participando como accionista de la compañía Neuralink, una empresa que nace para prestar soluciones en el ámbito de la medicina. Inicialmente fue concebido para personas que no pueden controlar mecánicamente sus extremidades, por lo que este dispositivo les permitiría controlar distintas funciones de sus teléfonos celulares, tabletas o computadores, mediante órdenes emitidas directamente desde sus cerebros, vía bluetooth, hacia una aplicación descargada en cada uno de sus dispositivos. Las investigaciones también han demostrado que el uso del Neuralink podría tratar enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson o el Alzheimer. 

Neuralink es parte del conjunto de neurotecnologías denominadas Brain-Machine Interfaces (BMI). Es un dispositivo de 5 mm de largo, en cuyo interior se alojan microchips que trasmiten señales neuronales hacia una base de datos. Desde dentro se asoman hacia el exterior hilos neuronales (neural threads) fabricados de metales ultrafinos y polímeros que contienen 3.072 nanoelectrodos (Figura 1, B). Los electrodos en los hilos detectan las señales neuronales en el cerebro que controlan los movimientos de dedos, manos, brazos, pies y piernas, transmitiendo esa información hacia el dispositivo que el usuario desee controlar. Neuralink tiene un puerto de carga inalámbrico USB-C que sobresale al exterior de la cabeza (Figura 1, D); esto es posible dado que se inserta en el cráneo haciendo una pequeña incisión de 8mm de largo. Una mano humana sería incapaz de insertar el Neuralink por medio de una operación quirúrgica. Incluso el más avezado de los cirujanos no tendría la habilidad de insertar los 96 hilos neuronales dado el ancho de éstos (4 a 6 μm). Producto de lo anterior, la empresa está construyendo un brazo robótico capaz de implantar el chip en el cráneo humano y de conectar los hilos neuronales al cerebro de forma óptima.

 

Figura 1: Dispositivo Neuralink. Musk, E. (2019). A packaged sensor device. https://www.biorxiv.org/content/10.1101/703801v2.full#page

Aunque estos hilos neuronales van conectados en las áreas del cerebro que controlan los movimientos, Musk no descarta que en un futuro dicha tecnología sea capaz de controlar otras regiones del cerebro con el objetivo ampliar el rango de posibilidades que puedan ser desarrollados mediante el uso de este tipo de BMIs. El objetivo final de Musk, y de sus colaboradores, es que todos y cada uno de los habitantes del planeta, independiente de su situación socioeconómica o educacional - incluso independiente de su escala de valores - acceda a la implantación de este dispositivo y acceda además al código de la IA para que los seres humanos desarrollen una súper inteligencia, capaces de procesar información rápidamente y almacenar gran cantidad de conocimiento. Sin duda, de concretarse su objetivo, la sociedad se vería enfrentada a nuevos dilemas en el plano social, moral y ético (incluso religioso), pero también estaríamos presenciando un nuevo orden mundial en el que políticos y ciudadanos —ciudadanos honestos y deshonestos(1)— empresarios y empleados, padres e hijos, etc., verán un cambio en la forma de relacionarse. En el plano económico, los ciclos de deuda de corto y largo plazo, así como las guerras especulativas, serían cosa del pasado. Se concretaría el sueño neoclásico de la información perfecta y al fin podríamos presenciar sus efectos y consecuencias en la vida real: en los mercados, en el resultado de los rendimientos empresariales y en el desempeño de las economías a nivel mundial.

La imaginación podría llevarnos a predecir escenarios cuya evaluación sólo podría darse ex post. Toda especulación en esta materia queda relegada a un análisis ex ante, cosa que viene haciendo hace ya algunos años el fundador del World Economic Forum, Klaus Schwab. En su libro La Cuarta Revolución Industrial (2016) menciona que uno de los grandes cambios de las sociedades modernas será el desarrollo de neurotecnologías, y que el punto de inflexión será cuando el “primer humano posea una memoria totalmente artificial implantada en el cerebro” (Schwab, 2016). Entre los impactos positivos de estas tecnologías se cuentan las que dicen relación con las nuevas habilidades que podrán adquirir las personas discapacitados, en las que serán capaces de controlar distintos aparatos con la mente, pero también el uso complementario de estos dispositivos intracraneales con la nueva generación de computadores cuánticos, podrían ser capaces de “razonar, predecir y reaccionar de la misma forma que la corteza cerebral humana (un área del cerebro conocida como el “asiento de la inteligencia”)” (Schwab, 2016). Algunas cosas también podrían salir mal, señala Schwab. Debido a que la discriminación y la toma de decisiones sólo estaría basada en lo que ocurre en el cerebro, los agentes económicos podrían tomar decisiones de consumo sin tener en cuenta el contexto. De esta manera estaríamos frente a una falta de distinción entre la máquina y el humano, ya que los seres humanos no somos simplemente nuestros cerebros.

La toma de decisiones estaría a cargo de la inteligencia artificial en numerosas áreas, como por ejemplo en una junta directiva de una gran empresa. En un estudio realizado por el Consejo de la Agenda Global del Foro Económico Mundial(2), el 45% de las personas encuestadas cree que este punto de inflexión ocurrirá para el año 2025. Las decisiones empresariales, que ciertamente tienen un enorme impacto en la economía mundial, estarían grandemente influenciadas por las decisiones que tome una IA en una junta de directorio. Esta IA, a su vez, sería capaz de “aprender de situaciones anteriores para proporcionar información y automatizar procesos complejos de decisiones futuras, lo cual hace que sea más fácil y rápido llegar a conclusiones concretas basadas en datos y experiencias pasadas” (Schwab, 2016).

Independiente del balance que se haga entre las virtudes y los riesgos de estas nuevas tecnologías, al parecer el cambio sería ineludible. La humanidad se dirige hacia esa dirección y lo que toca a las autoridades es descifrar cómo se efectuará la distribución de estos dispositivos y si aquellos “afortunados” que logren hacerse de uno, contarán o no con una ventaja competitiva que los ponga en una situación de privilegio en la sociedad, cosa que, sin duda, incrementaría la brecha de desigualdad de base con el resto de las personas. Al pensar en esto, es pertinente recordar una película del director Andrew Niccol llamada “Gattaca: experimento genético” del año 1997. En ella se muestra una sociedad del futuro en la que se presentan dos clases “sociales” –por así decirlo– la clase de personas que son mejorados genéticamente en el vientre materno y la clase de los que nacen “producto del amor”, sin intervenciones genéticas. Estos últimos ocupan puestos laborales donde se deben realizar trabajos menos calificados como, por ejemplo, los servicios de aseo. De igual manera, las sociedades que se puedan permitir el uso del chip intracraneal usadas complementariamente con las IA, se enfrentarán a un dilema de proporciones. A pesar de las críticas razonables a las que se enfrenta Musk, él continúa avanzando en esta línea de investigación. A raíz de lo anterior, ha señalado que comparte las críticas y que está debatiendo continuamente con sus colegas acerca del enfoque que debiera tener el código abierto y la aplicabilidad del uso generalizado de la IA y de Neuralink. Independiente de lo fascinante del tema, y de la urgencia que supone el ser desarrollado con mayor profundidad tanto desde un punto de vista filosófico como ético, es conveniente que nos enfoquemos estrictamente en el impacto y alcance que estas tecnologías podrían tener para transitar hacia un nuevo paradigma en el estudio de la ciencia económica.

 

III.- La paradoja de los bienes públicos

Es precisamente debido a este dilema que Musk ha expresado dos cosas. La primera tiene que ver con la idea de que, en algún momento, estos dispositivos debieran ser considerados un bien público provisto para todas las personas por los Estados de cada país con el objetivo de que no se profundicen las desigualdades; misma discusión que se viene dando respecto del Internet hace ya algunos años(3). La segunda, es que surgirá la necesidad de realizar transferencias de dinero desde el Estado hacia los ciudadanos en forma de un Ingreso Básico Universal (Universal Basic Income, UBI) para amortiguar el efecto de la falta de empleos poco calificados que será consecuencia de la inminente automatización de este tipo de trabajos. La solución de corto plazo propuesta por Musk trae implícita otra premisa: en la medida en que cada persona que habita el planeta tenga acceso a utilizar un BMI, las sociedades futuras, que estarán conformadas por las generaciones futuras, prescindirán de los trabajos menos calificados dado que una nueva raza de súper humanos poblaría la tierra. El tremendo impacto de este avance tecnológico traería consigo la eliminación de toda tarea de baja calificación debido a que seremos capaces de dar solución definitiva a problemas tales como: la gestión de los desechos caseros e industriales, el aseo y ornato de las viviendas y las ciudades, el desarrollo a gran escala de energías limpias y renovables, la superación de la crisis medioambiental, la concentración de la riqueza, la desigualdad intelectual y económica, la centralización del poder en manos de unos cuantos burócratas, la desaparición de las distintas élites y la ausencia de conflictos civiles y/o geopolíticos, entre otros. Estaremos en presencia de una raza transhumana, donde los límites entre el humano y la máquina estarán desdibujados. 

Antes que esto ocurra es requisito fundamental pasar la barrera de la tentación que tendrán las autoridades de mantener un cierto statu quo en lo que se refiere al control y dominio que detentan sobre los ciudadanos. Persuadirlos de llevar a cabo tal hazaña – la de democratizar el uso de dicha tecnología –será una tarea no fácil de conseguir. En el caso que, finalmente, accedieran a repartir el poder –y la información– de forma equitativa, se hará necesario consagrar este bien como un derecho, de la misma manera que se desea consagrar como derecho el acceso a Internet. Para lograrlo, las IA y los BMIs tendrían que ser considerados bienes públicos para poder ser distribuidos a la ciudadanía por medio de la provisión directa. El problema económico ocurre en el momento en que las autoridades confunden los bienes privados con los bienes públicos, o les han otorgado a los bienes privados el estatus de bien público por el sólo hecho de ser provisto por el Estado de forma “gratuita” (o no-excluible) pero financiado por medio del cobro de impuestos.

Un bien público es descrito por los economistas como un bien que es no-rival y no-excluyente. La definición Samuelsoniana(4) de no-rivalidad es una donde “todos disfrutan del bien de forma colectiva en el sentido que el consumo de cada individuo de tal bien conduce a la no sustracción en el consumo del bien por cualquier otro individuo”. Un bien es no-rival cuando el consumo es colectivo (jointness in consumption); esto es, una vez que es producido para algunos consumidores, puede ser consumido por consumidores adicionales sin que conlleve incurrir en un costo adicional, por lo que no tiene sentido cobrar por el bien. También puede ser descrito como aquel bien (o servicio) que por sus características intrínsecas es no-excluyente, ya que se hace difícil excluir de su uso a las personas una vez que el bien ha sido producido. 

Dada las condiciones que hacen que un bien o servicio sea considerado un bien público desde el punto de vista económico, se concluye con facilidad que las BMIs no poseen tales cualidades. De hecho, es todo lo contrario; es un bien que puede ser fácilmente excluible debido a que no es difícil hacer el cobro por el uso del bien. Su consumo tampoco es colectivo (a diferencia de las IA que podrían ser consideradas bienes cuasi públicos) ya que una vez que es producido, y es consumido (implantado), no puede ser consumido por consumidores adicionales sin que conlleve un costo adicional. Por lo tanto, tal como sucede con otros bienes económicos (educación, vacunación, vivienda, etc.) que actualmente se encuentran consagrados como derechos y que se han transformado —producto de la demagogia– en bienes públicos, las BMIs terminarán siendo víctimas del mismo fenómeno.

Randall Holcombe, en su ensayo llamado A Theory of the Theory of Public Goods (1997) señala que se ha popularizado la creencia que los bienes públicos deberían ser producidos por el Estado porque su consumo tendría que estar al alcance de todos los ciudadanos. La teoría de los bienes públicos de Samuelson concluyó que los países debieran encontrar una función de optimización en la relación entre el número de bienes privados y bienes públicos producidos en un país. Aunque la definición de Samuelson de bienes públicos fue bastante rigurosa, su teoría implicaba que este tipo de bienes fueran precisamente producidos por el Estado y no por los privados, ya que estos últimos sub-asignarían este tipo de bienes en la economía generándose una falla de mercado producto del problema del Free-Rider. Según Samuelson, los privados no tendrían incentivos para producir la cantidad adecuada de bienes públicos porque sería muy difícil para ellos excluir del uso del bien a una persona, dado que los costos que se crean para ponerle un precio y cobrar por su uso, serían mayores que el dinero generado por las ventas, obteniendo pérdidas. 

Sin embargo, es interesante notar que las grandes fortunas tecnológicas del mundo moderno(5), han multiplicado sus ganancias y patrimonio diseñando y poniendo en el mercado bienes públicos en el sentido estrictamente samuelsoniano. Las aplicaciones de teléfonos celulares y los programas que resuelven problemas del día a día, ya sea en los negocios pequeños como medianos, en colegios y universidades – incluso en las oficinas gubernamentales -  cumplen con la condición de ser no-excluibles y no-rivales, en la medida en que los servidores que los  alojan sean lo suficientemente potentes para que no se produzca congestión en la navegación. Aplicaciones de redes sociales como WhatsApp, Instagram, Facebook (Marketplace), YouTube, y aplicaciones de productividad como Google Docs, Hojas de Cálculo, Google Drive, Gmail, Meet, Google Maps, entre otras; han hecho posible que se produzcan miles de millones de transacciones diarias alrededor del mundo sin que el usuario deba pagar por ellas ni que el uso de un consumidor adicional incremente los costos de producción de esa unidad adicional. Este tipo de modelo de negocio se basa en externalidades de redes, donde de hecho, mientras más usuarios se suscriban a la aplicación, mayor valoración de utilidad perciben el resto de los consumidores y, por ende, la compañía adquiere un mayor valor.

Las IA y el dispositivo BMI Neuralink de Elon Musk comparten el mismo modelo de negocio. Para que se logre el objetivo último se necesita exactamente lo mismo: que muchas personas –ojalá todas las personas del mundo– tengan implantados el BMI y utilicen las IA para alimentar de conocimiento al cerebro central. En este caso, los BMIs no se consideran bienes públicos en su acepción económica pero sí en su acepción política comúnmente utilizada. Los inversionistas privados han puesto su mirada en estas tecnologías disruptivas (Mark Zuckerberg mediante su fundación “Chan Zuckerberg Initiative”) y están financiando a organizaciones sin fines de lucro, como OpenAI y Neuralink, absorbiendo toda la inversión inicial con el propósito de establecer un nuevo paradigma social y económico, incluso, un mundo paralelo en el Metaverso. Para que el Metaverso sea una realidad generalizada, es necesario que cada persona posea un dispositivo en su cabeza y todos puedan acceder a una IA que mejore sus capacidades de memoria y almacenamiento de información.

 

IV.- Conclusiones

La información y el conocimiento es poder. Quién detente el monopolio del conocimiento y de la información perfecta será capaz de dominar al mundo por medio del manejo remoto de las decisiones humanas. Esto, abolirá por completo la libertad del ser humano de tomar sus propias decisiones. El cerebro humano podría transformarse en un cerebro transhumano, una amalgama de máquina y hombre. La teoría del mecanismo de precios y la información descentralizada propuesta por Hayek, que no puede ser contenida por “una sola mente”, pudiese parecer cosa del pasado. Según la evidencia proporcionada en este ensayo, podría ser muy probable que en el mediano plazo el mundo conozca y experimente una nueva forma de transmitir y almacenar información. Las sociedades a nivel global estarían en condiciones de registrar en tiempo real, todo el conocimiento que se va produciendo en todo momento: las transacciones comerciales, la verificación de la identidad y pasaporte, el monto del patrimonio personal, los ingresos anuales, seguro de salud, el número de visitas al médico, el registro en tiempo real de los signos vitales, temperatura corporal, ritmo cardíaco, nivel de glucosa en la sangre, esquema de vacunaciones, multas de tránsito, nivel educativo, cantidad de encuentros sexuales en aplicaciones de citas, sueños recurrentes, pensamientos depresivos o suicidas, conductas desviadas, posibilidad de detectar actividad delictual o terrorista antes que ocurran los hechos, etc. 

Sin duda, el desafío de diseñar un sistema de organización para la sociedad del futuro será inmenso. Es difícil imaginar un mundo donde imperen organizaciones anárquicas –en el sentido de que existan organizaciones cuya administración sea totalmente descentralizada– ya que como expresaba Hobbes en su obra El Leviatán, el más débil podría ser sujeto de la depredación por parte del más fuerte por lo que surgiría la necesidad de un líder “aterrador” que sea capaz de establecer el orden, dada la naturaleza humana: egoísta, competitiva y temerosa de la muerte. Pero ¿qué sucedería en el caso de que los implantes BMI eliminen los vicios de la naturaleza humana y sean capaces de modificar, no cómo actuamos, sino “quiénes somos”? (Schwab, 2016)

Las tecnologías descritas en este ensayo nos pueden parecer fascinantes y a la vez aterradoras. La dimensión del alcance de estas tecnologías van más allá de nuestra imaginación, empero esto no es excusa para que, como sociedad, nos hagamos algunas preguntas: ¿En poder de quién o quiénes estará la información almacenada en el gran cerebro central (servidores)? ¿Serán los inversionistas privados o los Estados quienes reclamen este derecho? ¿Cómo se superará la amenaza de un hackeo masivo a las bases de datos y los servidores donde está alojada toda la información? ¿Existirá la posibilidad del control mental hacia los ciudadanos por parte de los científicos a cargo de hacer las mantenciones a los sistemas informativos? La información centralizada y conocida en tiempo real ¿podría servir de materia prima para que surjan economías centralmente planificadas y exitosas? El caso de la República Popular China actual no debe desestimarse, con su sistema de crédito social, su continua vigilancia y la gran cantidad de empresas público-privadas altamente industrializadas se ha alejado completamente del modelo estratégico de los Partidos Comunistas latinoamericanos. Mientras que estos últimos todavía piensan en revoluciones armadas, China está planeando hacer uso de los sistemas de información, IAs, aplicaciones digitales y comercio mundial a gran escala para ser uno de los actores hegemónicos de la nueva sociedad que se avecina. El futuro está más cerca de lo que pensamos, y lo que creíamos posible sólo en las películas o novelas de ciencia ficción, se está haciendo realidad frente a nuestros ojos.

 
 

Notas a pie de página

  1. Remítase a la entrevista dada por Elon Musk para comprender su punto de vista sobre esta materia en el plano ético. https://medium.com/backchannel/how-elon-musk-and-y-combinator-plan-to-stop-computers-from-taking-over-17e0e27dd02a

  2. “Deep Shift. Technology Tipping Points and Social Impact” (September 2015)

  3. En Chile, al igual que en otros países del mundo, se está discutiendo este tema en el Congreso desde el año 2019. https://www.senado.cl/noticias/internet/internet-como-servicio-publico-el-desafio-del-acceso-equitativo-y-la

  4. Paul Samuelson (1915 – 2009) fue un economista neokeynesiano que recibió un Premio Nobel de Economía en el año 1970 “por el trabajo científico a través del cual ha desarrollado la teoría de la economía estática y dinámica y ha contribuido activamente al aumento del nivel de análisis en la ciencia económica” (Nobel Prize, 1970)

  5. Mark Zuckerberg, Bill Gates, Larry Page, Daniel Ek, Zhang Yiming, entre otros.

 

Referencias

  • F. A. Hayek (s.f.). “El uso del conocimiento en la sociedad”

  • Randall G. Holcombe (s.f.). “A Theory of the Theory of Public Goods”

  • Klaus Schwab (2016). “La Cuarta Revolución Industrial”. Apéndice: Cambio Profundo. Cambio 23: Neurotecnologías. Editorial Debate. Págs. 149, 180, 201-202

  • Neuralink (s.f.). https://neuralink.com/

  • Elon Musk (2019). “An integrated brain-machine interface platform with thousands of channels”. BioRxiv. Cold Spring Harbor Laboratory. 

  • https://www.biorxiv.org/content/10.1101/703801v2.full#page

  • Paul Samuelson (Nov. 1954). “The Pure Theory of Public Expenditure”. The Review of Economics and Statistics, Volume 36, Issue 4. 387-389. https://www.jstor.org/stable/1925895

  • Martin Krause (2017). “Samuelson y Coase sobre los faros, pero en realidad sobre los bienes privados y públicos y el papel del Estado”. 

  • https://bazar.ufm.edu/samuelson-coase-los-faros-realidad-los-bienes-privados-publicos-papel-del-estado/

  • The Sveriges Riksbank Prize in Economic Sciences in Memory of Alfred Nobel 1970. NobelPrize.org. Nobel Prize Outreach AB 2022. Sun. 5 Jun 2022. https://www.nobelprize.org/prizes/economic-sciences/1970/summary/

  • Seba Ponce Video (13/12/2010). “Intro y Ending El Informador 1973 – 2003 Radio Bio Bio”. https://youtu.be/Ti4UQTBzM8Y

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